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jueves, 20 de octubre de 2011

Sopa de champiñones. La guerra francoespañola de mi familia

  Si bien es sabido que la familia escapó de la revolución francesa por aquellas fechas, no es menos sabido que la rama jacobina de la misma se quedó y colaboró. Colaboró con todos, desde  Marat a Napoleón tercero, que ya es colaborar, y con la cosa de que Eugenia de Montijo era española y para más señas de Granada, les faltó tiempo para congraciarse con la rama española huída.
   Nosotros, que no somos rencorosos y sabemos perdonar -aunque no olvidamos- nos avenimos a recibir a la cónsula de Francia -su marido era cónsul-  y amiga de Eugenia. Fue un recibimiento frío y con un besamanos poco estirado, pero mi familia supo mantener el tipo. Durante el tiempo que estuvieron en Granada pudimos relacionarnos con ellos -bueno, en realidad quien se relacionaba con ella no era yo, se comprende, pero es que hablo en nombre de mi familia- y recibirlos en la casa que teníamos puesta en la capital. No faltaron momentos tensos en esos encuentros, sobre todo a la hora de la comida. Las dos familias aprovechaban para poner platos que ofendieran. Así los franceses nos obsequiaban con hermosas tortillas españolas que en realidad eran como suflés, las pinchabas y hacían piiiuuuuuff y se desinflaban. no llevaban mas que unas láminas de patata por fuera para disimular pero estaban hechas con claras montadas, yemas y nata solamente. Los españoles respondíamos con bravura: un gallo asado entero puesto en una bandeja sobre sus patas -en realidad sentado en una cebolla enorme asada- con la cabeza cortada y puesta en una cestita junto a la salsera. Aquello los ponía de mala leche, pero qué se le iba a hacer, eran unos traidores a la familia como estaba claro.
  La situación llegó al punto de colocarnos a todos al borde del conflicto diplomático, hubo de intervenir la misma Eugenia de Montijo y la solución vino de la ma no de la Iglesia.
   El arzobispo de la diócesis, cardenal Osorio a la sazón, que fue el último granadino en enterarse del conflicto. El pequeño arzobispo, fornido como un descargador y con unas manos como palas de horno, una vez puesto en antecedentes de la guerra francoespañola en su archidiócesis, giró una rápida visita a ambas casas y, con toda la humildad que su dignidad le permitía, anunció que se iba a liar a tortas con unos y otros y que los iba a excomulgar, que luego vinieran los embabajdores a verle que les iba a explicar que a un príncipe de la Iglesia se le hace caso o el príncipe de la Iglesia se lía a tortas no sin antes bendecir a los torteados y que su Santidad en Roma, aunque desaprobaba los medios si aprobaba los fines. De modo que se acabó, aquí paz y después gloria. Y así fue, tras la convincente visita de su Eminencia las dos familias dejaron de hacer tortillas y gallos asados y se fueron a comer fuera.
   Esta sopa se la enseñó la cónsula a los de la rama heróica -los españoles naturalmente- de la familia.
INGREDIENTES
Champiñones
Cebolla
Medio ajo
Vino blanco
Aceite
Cuscurros de pan fritos
Sal
Pimienta blanca molida.

PREPARACIÓN
   Se lavan los champiñones, se les quita el culo y se separan los tallos dejando las cabezas enteras. Se separan estas, se secan con un paño y se reservan.
  Cortamos finamente una cebolla blanca y la ponemos en una sartén con los tallos de los champiñones y tres o cuatro cabezas solamente, el medio ajo y un chorreoncito de aceite. Fuego moderado, tapamos y removemos de vez en cuendo. Cuando todo está blando añadimos e4l vino y la pimienta, algo de sal y maremos un par de minutos.
  Mientras que se hace lo anterior cortamos en cuadraditos pequeños  tres cabezas de champiñones y un par de rebanadas de pan, enharinamos y freimos los champiñones  a fuego fuerte y los cuadraditos de pan. sacamos y reservamos por separado en caliente.
  Con lo que teníamos en la sartén, una vez que ha reducido el vino un poco, no del todo, molemos muy bien, lo volvemos a poner el la misma sartén y añadimos agua. Dejamos que hierva un poco, salamos y a la hora de servir la acompañamos con los cuadraditos de champiñones y de pan.
  Hay que procurar que la sopa quede como crema, no demasiado aguada. 


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