Su madre y sus tías creyeron ver ganadas indulgencias de todos los colores con la sola presencia de su Eminencia italiana. Su Eminencia italiana era tan pequeña que parecía un monaguillo suelto por la casa - "píccolo cual excremento di mosca" lo describía un tío suyo algo ateo y bastante socarrón que gustaba de arrearle a su menuda eminencia copas de anís del Mono mientras le enseñaba la etiqueta y le hablaba de Darwin-, pues bien, el Pequeño Cardenal, como lo llamaba su madre comía como una lima y devoraba churros con café en el desayuno, bollos suizos con café en la merienda y todo lo que le pusieran en las demás colaciones del día.
Pero había un plato ante el que el cardenal se quitaba el bonete, que eran los huevos, pero preparados a su estilo; le dio la receta a su madre y esta y las tías se turnaban para prepararle cazuelas de tan delicioso manjar a su Pequeña Eminencia que parecía no cansarse nunca de ellos.
Teo contaba que a su madre le gustaba entrar en el comedor con el brazo extendido y la cazuela en la mano anunciando: "Eminencia Reverendísima, sus huevos", y su tío añadía no por lo bajini: "con perdón".
INGREDIENTES
Dos huevos
Leche
Harina
Chorizo
Cebolla
Sal
Aceite de oliva
Pimienta Blanca molida.
PREPARACIÓN
En una cazuela de barro -esta receta se prepara en cazuelas individuales y se sirve en ellas- se pone la cebolla muy, muy picadita con un poco de aceite y se fríe hasta que se ponga transparente, se le añade un poco de harina y se mueve para que la harina empape el aceite; se añade la leche, se salpimienta y se hace una bechamel más bien clarita, se deja que hierva un poco y se le añade el chorizo cortado a rodajas gorditas; un par de minutos de hervor y cascamos encima dos huevos que se hundirán un poco en la bechamel, tapamos, esperamos un minuto y apagamos el fuego. Lo normal es que con el calor que queda en la cazuela se terminen de cuajar bien los huevos -del cardenal-, en caso contrario otro minuto al fuego es suficiente o un golpe de gratinador en el horno. Se sirven calientes.
Es preferible que la bechamel esté clarita para poder mezclar y mover el pan entre ella, pero en eso, como en todo hay gustos.
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